Debido a que hemos renacido como un ser humano, estimamos nuestro cuerpo y nuestra mente, y nos aferramos a ellos como si en realidad nos pertenecieran.
En dependencia de nuestros agregados humanos desarrollamos la mente de autoaferramiento, que constituye la raíz de todas las perturbaciones mentales.
Nuestro renacimiento humano es semejante a un campo y nuestras perturbaciones mentales a las plantas venenosas que crecen en él.
Si el campo no existiera, las plantas venenosas no tendrían donde arraigarse y crecer.
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