lunes, 31 de enero de 2011

TIBET

El conflicto del Tíbet



El 10 de marzo pasado, el Dalai Lama hizo una declaración sobre el Tíbet coincidiendo con el 49º aniversario del levantamiento del pueblo tibetano en contra de la ocupación china.

En ella daba tributo a los valientes hombres y mujeres de Tíbet que padecieron y sacrificaron sus vidas por la causa del pueblo tibetano, y expresaba su solidaridad con los tibetanos que actualmente padecen represión y maltrato.

Inmediatamente a esta declaración surgieron manifestaciones por todo el Tíbet reclamando mayor libertad e independencia.

En esta declaración, el Dalai Lama explicaba que “el problema de Tíbet es muy complicado. Se relaciona intrínsicamente con muchos aspectos: la política, la naturaleza de la sociedad, la ley, los derechos humanos, la religión, la cultura, la identidad de un pueblo, la economía y el estado del medio ambiente natural. Por consiguiente, se ha de adoptar un enfoque amplio para resolver este problema, que considere los beneficios de todas las partes involucradas y no de una sola parte. Por lo tanto, nos hemos mantenido firmes en nuestro compromiso hacia una política mutuamente beneficiosa, el enfoque de la Vía del Medio, y nos hemos esforzado sincera y persistentemente hacia el logro de ésta por muchos años. Desde el año 2002, mis enviados han sostenido seis rondas de conversaciones con oficiales de la República Popular de China para discutir temas relevantes. Estas extensas conversaciones han ayudado a despejar algunas de sus dudas y nos han permitido explicarles nuestras aspiraciones. No obstante, no ha habido resultado concreto alguno sobre el tema fundamental. Y durante los últimos años, Tíbet ha presenciado mayor represión y brutalidad. A pesar de estos sucesos desafortunados, mi posición y determinación a aspirar a la política de la Vía del Medio y continuar nuestro diálogo con el gobierno chino se mantienen inalteradas”.

>>Una de las principales preocupaciones de la República Popular de China es su falta de legitimidad en Tíbet. La mejor manera de otorgar peso a su posición es que el gobierno chino mantenga una política que satisfaga al pueblo tibetano y gane su confianza. Si somos capaces de lograr una reconciliación forjando un camino de consentimiento mutuo, entonces, como he dicho muchas veces, pondré todo mi esfuerzo para lograr el apoyo del pueblo tibetano”.



>>En Tíbet hoy, por causa de las numerosas acciones del gobierno chino, carentes de visión, el medio ambiente natural se ha visto dañado severamente. Y, como resultado de su política de transferencia de población, la población no tibetana ha aumentado muchísimo, reduciendo a los tibetanos nativos a una minoría insignificante en su propia tierra. Además, el idioma, costumbres y tradiciones de Tíbet, las que reflejan la verdadera naturaleza e identidad del pueblo tibetano están desapareciendo gradualmente. Como consecuencia, los tibetanos están siendo cada vez más asimilados en una población china mayor. En Tíbet la represión continúa aumentando mediante numerosas, inimaginables y enormes violaciones a los derechos humanos, la negación de la libertad religiosa y el hecho de politizar los temas religiosos. Todo esto acontece como resultado de la falta de respeto del gobierno chino hacia el pueblo tibetano. Estos son obstáculos importantes que el gobierno de China pone deliberadamente en el camino de su política de unificación de las nacionalidades, discriminando entre los pueblos de Tíbet y China. Por lo tanto, insto al gobierno chino a poner fin de inmediato a dichas políticas”.

>>El 6 de marzo de 2008, el presidente Hu Jintao declaró: ‘La estabilidad en Tíbet atañe a la estabilidad del país, y la seguridad en Tíbet atañe a la seguridad del país’. Él añadió que el liderazgo chino debe asegurar el bienestar de los tibetanos, mejorar el trabajo en relación a los grupos religiosos y étnicos, y mantener la armonía y estabilidad sociales. La declaración del presidente Hu se ajusta a la realidad y estamos en espera de su implementación”.

>>Este año, el pueblo chino espera orgullosa y ansiosamente la apertura de los Juegos Olímpicos. Desde un comienzo, yo he apoyado la idea de que China tenga la oportunidad de ser el país anfitrión de los Juegos Olímpicos. Ya que dichos eventos deportivos internacionales, especialmente las Olimpíadas, sostienen los principios de libertad de palabra, libertad de expresión, igualdad y amistad, China ha de probar ser un buen anfitrión proporcionando estas libertades. Por lo tanto, la comunidad internacional además de enviar a sus atletas, debe recordar al gobierno chino estos temas. Me he enterado que muchos parlamentarios, particulares y organizaciones no gubernamentales en el mundo están realizando una serie de actividades ante la oportunidad que existe para que China realice un cambio positivo. Admiro la sinceridad de ellos. Quisiera decir enfáticamente que será muy importante observar el período tras la conclusión de los Juegos. Los Juegos Olímpicos sin duda impactarán enormemente las mentes del pueblo chino. Por ende, el mundo debe explorar formas de invertir su energía colectiva para producir un cambio positivo continuo dentro de China, incluso después que las Olimpíadas hayan finalizado”.

El mismo 10 de marzo, la violencia se desató cuando la policía reprimió violentamente las marchas de los monjes tibetanos conmemorando el aniversario de la rebelión del Tíbet contra China. A los pocos días, numerosos grupos de manifestantes se lanzaron a las calles para pedir autonomía y libertad y se produjeron fuertes disturbios y enfrentamientos que dieron lugar a muchos muertos, tanto chinos como tibetanos, aunque, según las informaciones disponibles, la gran mayoría fueron de origen tibetano.

El Dalai Lama denunció que Tíbet está sufriendo un “genocidio cultural” y que las autoridades chinas pretenden alcanzar la paz mediante el uso de la fuerza contra los manifestantes que sólo piden autonomía. Además, pidió a la comunidad internacional que actúe para impedir un baño de sangre mayor. El líder espiritual lanzó un llamamiento a la comunidad internacional a frenar a Pekín como país anfitrión de los Juegos Olímpicos que debe cumplir una serie de obligaciones, pero se negó a pedir su suspensión.

El alcalde de Lhasa, Doje Cezhug, atribuyó la violencia a “un grupo de monjes y quebrantadores de la ley que golpearon, destrozaron, saquearon e incendiaron escuelas, hospitales y comercios con el objetivo de perturbar la vida feliz y estable de los tibetanos”.

Amnistía Internacional ha exigido una investigación independiente de la ONU sobre los sangrientos sucesos de Tíbet.

El Dalai Lama ha hecho un llamamiento a China pidiendo a sus dirigentes que dejen de utilizar la "fuerza bruta" contra los manifestantes tibetanos: "Estas protestas son la manifestación de un resentimiento arraigado del pueblo tibetano en relación al gobierno chino". “La nación tibetana se enfrenta a un serio peligro y, aunque China lo admita o no, tenemos un problema”, declaró el Dalai Lama, quien ha vuelto a pedir el diálogo para solucionar el conflicto.


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